Nuestras palabras tienen el poder de crear y el poder, también, de destruir. El mejor ejemplo de esto lo podemos apreciar en una amistad o una relación. Cualquiera palabra fuera de lugar o que pueda generar algún tipo de malentendido quizás provoque la ruptura de ese vínculo. Pero el poder de nuestras palabras también es aplicable a nosotros mismos. No escucharnos, dedicarnos afirmaciones negativas y reprimir lo que deseamos decir son algunas de las múltiples maneras en las que nos haremos daño, hará que nos sintamos frustrados y, tal vez, consigamos alimentar una baja autoestima. Descubre más sobre este tema tan actual escuchando nuestro programa. Visítanos en radioencuentro.net.